De la eficiencia local y el sentido del trabajo

Cualquier domingo de otoño. Mejor si es lluvioso. Es fácil que el personal se encuentre pasando el rato frente al televisor. Al menos a mi me pasa. Viendo cómo decenas o cientos de personas colaboran en la construcción de cualquier producto. Generalmente algún mito de la automoción. De diseño. Pero siempre algo que ha pasado o pasará a la historia. Señores, hablamos de: megafactorías.

Master de organización empresarial

No se a ustedes pero a mi me parecen todo un master en organización empresarial, de motivación, de trabajo en equipo. Casi siempre nos enseñan cómo funcionan las fábricas de trabajo en serie. Este modelo de fabricación en serie fue diseñado por Max Weber, allá por 1900. Weber, pionero de la sociología moderna, diseñó una forma de organización perfectamente racional. Y, entre las características de este «ideal» de organización, están la especialización, la división del trabajo y el diseño de organización jerárquica.

La teoría era que la productividad se incrementaría considerablemente cuando la división del trabajo se utiliza como principio. De esta manera la producción por trabajador se elevaría mientras que los costes por unidad producida se reducirían.

La eficiencia local

Así pues se empezaron a ver cómo todas las industrias giraban hacia ese modelo de trabajo. Y son muchas las que han adaptado el modelo a sectores que por aquel entonces ni siquiera se podía pensar que llegarían siquiera a existir.

Una «software factory». Un día cualquiera

Entre estos sectores que corrieron a adaptar el modelo de fábrica está, como no, la tecnología. Las grandes consultoras de este país han tomado como ejemplo esos principios de la división de tareas, la especialización y la jerarquía llevada al extremo.

Así estas consultoras viven pegadas a un diagrama y una powerpoint en el que dividen el proyecto en fases, las fases en tareas, las tareas en entregables y los entregables en pequeños trozos de código realizados por recursos, ojo a la palabra para denominar a el trabajo de una persona.

Así que puestos a clonar el modelo lo llamamos software factory y ya lo tenemos. Y hacemos que cada persona se centre en una determinada tarea. Pequeña. Concreta. Y perfeccionarla. Esto es conocido como eficiencia local. Y, en teoría, suena bien. Especialización. Concreción. Perfección. Y eficiencia.

El sentido de nuestro trabajo

Lo que suele pasar es que el resultado de estos megaproyectos, generalmente públicos o de empresas del ibex35, no es igual que en los episodios de megafactorías. En la tele si que funciona. Y bien. Pero es que… no sólo funcionan por la división de tareas. Hay algo más.

Algo que estas consultoras se han dejado por el camino. Se han saltado una parte fundamental de este modelo: el sentido del trabajo que se está realizando. En esas factorías podemos ver cómo cada empleado conoce, de antemano, el fin último de su trabajo. Y el fin último del producto que están construyendo.

Cada profesional se entrega en cuerpo y alma a su pequeño objetivo pero conoce claramente cuál es el objetivo final de lo que está fabricando. Saben que su especializada aportación es para llegar a un fin. Construyen una parte de un todo que tiene sentido.

Sin este conocimiento del objetivo final cada trabajador se centra en su pequeño silo. Pero lo que le falta es esa motivación y ese sentido de conjunto. Esa comprensión de los objetivos. Dificultando así el logro de los objetivos del producto.

Cuando el trabajo de cada uno de estos silos se ve desprovisto de un sentido, la motivación para afrontarlo se verá como un reto personal y no como un reto colectivo para hacer algo mucho mas grande que el número de líneas, pantallas o lo que sea asignadas a su tarea de la semana.

Cuando falla la interconexión entre tareas. Si esta tarea concreta no deja ver el valor real de lo que se está construyendo. Si no cruzamos esas fronteras entre departamentos. Si toda la comunicación se realiza mediante powerpoints. Objetivos. Y fechas de entregas. Entonces lo que hacemos es dejar el trabajo desprovisto de sentido.

Desvinculando así la actividad local de los objetivos globales. Sin identificación. Llevando el trabajo hacia eficiencias locales centradas en el proceso pero lejos de una eficiencia global.

Y así se crean historias que… nunca llegará a aparecer en megafactorías. Seguro que ahora mismo estás pensado en algún que otro proyecto, ¿a que si?

Publicado mas o menos el 20 de noviembre de 2012 a las 2:52 pm por César García Gascón, archivado en las categorías Diseño, Experiencia de usuario, Gestión de proyectos, Internet, Personal, UX y etiquetado cómo , , , , , . Siéntete libre de comentar un poco más abajo si quieres.

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