La evolución de las cosas o sobre el diseño iterativo

Pasamos la vida rodeados de objetos pero… ¿por qué los objetos tienen esa forma y no otra? ¿han sido siempre así? ¿De qué manera han llegado a convertirse en algo tan natural que casi son una extensión de nuestro cuerpo?

La historia de un tenedor

La historia del tenedor comienza en la edad media. En estos tiempos se usaban dos cuchillos para comer, pero fue en el sigo XIV cuando apareció un artilugio con dos puntas.

Este artilugio suponía un progreso ante la problemática de mantener el alimento sujeto sólo con una punta. De aquí su evolución hasta el cuchillo de tres y cuatro puntas. Que mejoró notablemente el proceso.

La evolución de las cosas o sobre el diseño iterativo

Si miramos con perspectiva esta historia. Esta evolución se produce porque existe una falta de satisfacción o algún problema de uso en el dispositivo. Así que, de esta manera, se evoluciona en pequeños pasos incrementales hasta lograr la satisfacción del usuario.

Minimizar la carga cognitiva

Estas pequeñas evoluciones, incrementales, son las que los hacen sobrevivir. Las que hacen que los objetos se adapten. Y las que los hacen evolucionar hacia lo son. Y lo que serán en el futuro.

A la hora de afrontar el rediseño de una interfaz nos sentimos tentados a tirar todo abajo y empezar de cero. A cortar con los errores cometidos en la versión anterior y lanzar una completamente nueva. Desde el principio. Con sus propios errores.

Pero, en muchas ocasiones, esto no hace más que perjudicar al usuario de manera que tiene que empezar a utilizar una nueva interfaz. Tus usuarios tienen, ahora, que aprender a usar una nueva interfaz. De un producto que ya usaban y que habían utilizado su tiempo en aprender. Muchos errores se solucionarán, pero es seguro que aparecerán otros nuevos.

Un pequeño paso para el hombre…

Usar pequeños cambios incrementales minimizarán ese nuevo proceso cognitivo en el usuario. Esa ansiedad. Usando esos pequeños cambios ya no estamos obligando a esforzarse al usuario para adaptarse a una nueva interfaz. A un nuevo diseño. Sino que estos pequeños cambios implementados en un periodo de tiempo harán que transcurrido ese tiempo usará una nueva interfaz sin apenas darse cuenta de ello.

La transición…

Trabaja para facilitar la transición de una a otra interfaz. En lugar de forzar la nueva interfaz fíjate en metas más pequeñas. Mejora los procesos críticos. Las transacciones. Funciones. Métodos. Procesos.

No pongas en marcha la primera solución. Diseña un par de ellas diferentes y realiza pruebas. Mide. Al tratarse de pequeños cambios será más fácil de medir y sacar conclusiones. Si hacemos todo un rediseño surgirán muchas dudas sobre las causas de los resultados. Ninguna solución es perfecta pero, si planteamos la interfaz como algo evolutivo, podremos ajustar detalles hasta llegar a la versión definitiva.

No dejes de iterar

En conclusión, acometer una nueva interfaz mediante esas pequeñas iteraciones. Con esos pequeños cambios, nos hace avanzar hacia la solución final. Mientras incrementamos los cambios en el diseño estamos aprendiendo más y más sobre la solución que tratamos de resolver.

Lo más importante es entender el problema, el objetivo y no dejar de actuar, en pequeñas dosis, hasta llegar al resultado. Pero no se trata de tirarlo todo abajo y empezar de nuevo.

Bonus track

Publicado mas o menos el 15 de febrero de 2012 a las 2:26 pm por César García Gascón, archivado en las categorías Diseño, Diseño de interacción, Internet, Usabilidad y etiquetado cómo , , , . Siéntete libre de comentar un poco más abajo si quieres.

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